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Con un mercado en alerta por el cepo reforzado y la tensión electoral, se acelera la compra de dólar ahorro
Con un Gobierno inyectando pesos, los ruidos que hay en la economía y la clásica incertidumbre preelectoral, todos los caminos conducen a la dolarización
Era inevitable: tras la escapada del blue, que volvió a ubicarse por encima del dólar "solidario", la tentación por comprar otra vez billetes verdes por la ventanilla oficial volvió a acelerarse.
Si, además, se agrega el hecho de que hay mayor liquidez en la plaza por la política oficial de inyectar pesos para estimular el consumo y, también, se cuenta el ruido de fondo de una campaña electoral, están todos los componentes del cóctel para una vuelta a la dolarización de los ahorristas.
Entre los mayores bancos privados del sistema ya tomaron nota de la aceleración que se está produciendo en estos días. Un ejecutivo destaca el hecho de que agosto está mostrando números superiores a julio, que suele ser un mes de demanda estacional elevada por el "efecto aguinaldo".
Claro que todavía son números modestos si se los compara contra el récord del 2020, en que no regían las restricciones actuales ni el 35% de adelanto por el impuesto a las Ganancias. En su momento más caliente, la demanda llegó a cuatro millones de compradores, que se llevaron unos u$s900 millones.
Ahora, en cambio, quienes compran el dólar "solidario" son todavía una décima parte de aquel momento récord. En cambio, hay una demanda más reprimida, que se canaliza por otras vías, como el dólar "Senebi" o que directamente concurre al blue.
Sin embargo, el diferencial de precios hizo lo suyo como para que la ventanilla oficial vuelva a ser atractiva. Y los números lo están demostrando. Por ejemplo, en la recaudación del impuesto PAIS, que se aplica a quienes compran el cupo oficial de u$s200 mensuales y a quienes realizan operaciones dolarizadas con tarjeta de crédito.
La recaudación de la Anses por este impuesto tuvo en julio su registro más alto del año, superando al anterior récord de enero: ingresaron $9.987, lo que implica un drástico incremento de 45% en apenas un mes.
Claro que todavía está lejos del máximo registrado en agosto del año pasado, cuando totalizó $21.800. Actualizando esa cifra según la evolución del precio del dólar, equivaldría a $28.340 millones de hoy.
El "aporte" del clima electoral
Ese aporte al impuesto PAIS permite inferir que en julio, si se suma la demanda de dólares en la ventanilla oficial más los gastos por compras en el exterior, rondó los u$s330 millones. Aproximadamente un 40% de ese costo correspondió a la compra de billetes mientras que el resto se canalizó por las compras en el exterior -ya sea de turistas o por modalidad de e-commerce-. Ambos rubros vienen creciendo mes a mes.
La previsión en la City es que para agosto pueda haber una cifra superior -algunos hablan de un 20% más en la demanda de "dólar ahorro" en los bancos-. Y esa demanda tendrá un incentivo adicional en septiembre, al calor del debate electoral.
"Es el reflejo del susto que generan los políticos y las elecciones", afirma el ejecutivo de uno de los bancos líderes. Que, de todas formas, se muestra muy calmo ante la situación, dado el alto nivel de liquidez: un 75%, cerca de los máximos históricos, en un contexto en que las empresas no quieren tomar crédito en dólares y los depósitos se mantienen estables.
Esto no sólo pone el sistema a resguardo de un aumento en la compra de dólares sino también de una eventual salida de depósitos en las cuentas dolarizadas. De hecho, hay expectativas de una "mini corrida" si se enrarece el clima político.
Pero en los bancos sostienen que la elevada liquidez los deja mejor preparados incluso para algo más fuerte que lo ocurrido tras las PASO del 2019, cuando salieron en cuestión de semanas el 50% de los depósitos en dólares.
Actualmente en los bancos hay depósitos por unos u$s16.200 millones. Si se considera que el año pasado se llegó a u$s17.200, que al momento de la asunción de Alberto Fernández había u$s20.000 y que a mediados del 2019 había depósitos por u$s30.000, la cifra de ahora luce pequeña. A primera vista se lo podría considerar una ventaja, porque deja un bajo margen para la fuga en masa de los pequeños ahorristas.
De hecho, es más pequeña aun si se toma en cuenta que el atesoramiento de dólares fuera del sistema, que Miguel Pesce estimó en u$s130.000 millones, pero que los analistas estiman podría llegar al triple si se consideran inversiones no líquidas.
La tendencia se acelera
En cambio, donde hay menos tranquilidad es en el Banco Central, que ve cómo el proceso de dolarización de los ahorristas sigue avanzando. Un informe del economista Gabriel Rubinstein estimó en u$s22,7 millones el monto diario sacrificado para defender las cotizaciones del "contado con liquidación" y el dólar MEP.
Así, en el mes salieron de las arcas estatales u$s450 millones para controlar los tipos de cambio de referencia en el mercado financiero. Si a eso se agrega los u$s340 que salieron por la demanda de los minoristas en la ventanilla oficial, entonces la situación empieza a parecer menos holgada.
En lo que va del año, el BCRA pudo comprar unos u$s7.800 millones en el mercado -gracias al aporte de las exportaciones agrícolas- pero menos de la mitad de esa cifra fue a engrosar las reservas: el grueso se utilizó, además de los pagos de obligaciones financieras, para aplacar al tipo de cambio mediante la compraventa de bonos.
Por otra parte, una luz amarilla la prendió la balanza de turismo, que incluso con las restricciones impuestas por la pandemia, dejó en los últimos 12 meses un déficit de u$s1.600 millones, todo un recordatorio de lo que podría ocurrir cuando haya una normalización como consecuencia de la campaña vacunatoria y la apertura de fronteras: en 2019, el déficit turístico fue de u$s5.600 millones.
Lo cierto es que las señales de dolarización abundan, y una prueba de ello la tuvo el equipo de Martín Guzmán la semana pasada, cuando apenas logró renovar el 65% de los vencimientos, una situación que los analistas atribuyen al hecho de que los inversores perciben un mayor riesgo devaluatorio. En definitiva, sólo están dispuestos a financiar el déficit del gasto público si el Gobierno ofrece instrumentos de muy corto plazo, o que estén atados al dólar.
¿Demasiado barato o demasiado caro?
Los economistas se han mostrado escépticos sobre el éxito del Gobierno en su intento por frenar esta dolarización. Y apuntan a una paradoja muy típica de la economía argentina: si se logra ponerle un techo al dólar en el mercado paralelo, entonces se instalará la idea de que "está barato" y habrá compras preventivas por parte de quienes esperan un rebote. Si, en cambio, se permite que siga el camino ascendente, el nerviosismo se apoderará del mercado y los pequeños ahorristas saldrán a cubrirse para no ver caer su capacidad de ahorro.
Fuente de la Información: www.iprofesional.com